¿Qué es el vino fortificado?

El vino fortificado es un vino al que se le ha añadido un destilado, generalmente brandy u otro tipo de alcohol vínico, para elevar su contenido de alcohol. Esta adición suele realizarse durante o después de la fermentación, según el tipo de vino que se desea obtener. Los vinos fortificados suelen tener un contenido alcohólico entre el 15% y el 20%, más alto que los vinos no fortificados.

La fortificación se utiliza tanto para preservar el vino como para modificar su perfil de sabor. Al detener la fermentación con la adición de alcohol, el vino retiene más azúcares naturales, resultando en un sabor más dulce. Este es el caso del Oporto y el Moscatel. En cambio, si el alcohol se añade después de la fermentación, el vino es más seco, como en el caso del Jerez seco.

Entre los tipos de vinos fortificados más conocidos están:

  • Oporto (Portugal): un vino dulce fortificado que puede ser joven o envejecido, con notas frutales y especiadas.
  • Jerez (España): producido en Andalucía, tiene estilos que van desde secos (como el Fino) hasta dulces (como el Pedro Ximénez).
  • Madeira (Portugal): famoso por su longevidad y complejidad, va desde seco a dulce.
  • Marsala (Italia): originario de Sicilia, es utilizado tanto para beber como en cocina.

Los vinos fortificados se caracterizan por su versatilidad en maridajes y su durabilidad una vez abiertos, lo que los hace ideales para disfrutar en pequeñas cantidades y en distintas ocasiones.