En los últimos años, las bodegas han adoptado una tendencia que ha revolucionado la forma de disfrutar del vino: el winegarden. Este concepto, que ha ganado popularidad especialmente tras la pandemia, ofrece a los visitantes una experiencia de degustación al aire libre, en un entorno rodeado de naturaleza, con vistas directas a los viñedos.
El winegarden no solo permite disfrutar del vino en un ambiente relajado y espacioso, sino que también responde a la necesidad de ofrecer experiencias seguras y al aire libre, algo que se ha vuelto clave tras las restricciones sanitarias. Estas áreas suelen estar diseñadas con un toque de elegancia, con cómodos espacios para sentarse y disfrutar del paisaje, mientras se saborean las mejores etiquetas de la bodega.
Además de la comodidad y la conexión con la naturaleza, el winegarden fomenta una experiencia más interactiva. Los visitantes pueden pasear entre los viñedos, participar en catas guiadas o simplemente relajarse con una copa de vino en mano. Este formato flexible permite a las bodegas adaptarse mejor a los gustos de los turistas, ofreciendo una forma distinta de conectar con la tierra y los productos locales. En definitiva, el winegarden ha enriquecido la oferta enoturística, fusionando vino, paisaje y bienestar en una experiencia inolvidable.
